Esta iniciativa, no por rimbombante, deja de ser inocua. La idea de conocer, "desde abajo", a quienes además de tratar de vivir lo más dignamente posible, aspiran otro mundo a contra mano de las mayorías que votan cada dos años y luego, con el agua al cuello, tratan de subsistir, cada vez que el dolor de una muerte, un despido, un estado arbitrario de cosas, lo sacude demasiado tarde pero lo sacude al fin. Esa idea, nos llevará seguramente por un variado peregrinaje que estamos dispuestos a sufrir. Es así que, junto a inexplicables ausencias como es el caso de los compañeros del Colectivo de Prensa, a quienes aún espero en éste espacio, hoy tenemos el gusto de recibir el análisis con opinión de Cristian Fontana. Vale la pena. No rehusó ninguna pregunta por irreverente que parezca y además fué cauto con algunas definiciones. Pero antes:
¿QUIEN ES CRISTIAN FONTANA?
Cristian Fontana entró a trabajar a
Austral en 1992 y pasó a Aerolíneas Argentinas en 1997 producto de la fusión
del sector comercial de ambas empresas. En el 2001 protagonizó junto al
conjunto de las y los trabajadores y también con el acompañamiento de grandes
sectores sociales, la lucha que evitó el cierre de la línea áerea de bandera.
Dos años más tarde fue elegido Delegado por la Asociación del Personal
Aeronáutico, APA,
reelegido en el 2006, finalizando su mandato en el 2011. El año pasado fue
candidato a Secretario General por la lista opositora en las elecciones
nacionales de ese sindicato. Su activismo y compromiso sindical llevó a que la
actual conducción camporista que se halla al frente de Aerolíneas Argentinas,
lo despidiera en julio del año pasado. Esta es la cuarta vez que Cristian se
encuentra peleando por su reincorporación –en el 2005 y el 2007, la empresa
Marsans que administraba Aerolíneas trató de despedirlo, y en el 2010, la gestión
de Mariano Recalde también intentó hacer lo mismo sin que ello fuera posible
por la lucha que dio junto a sus compañeras/os de trabajo-, acompañado por un
importante número de agrupaciones gremiales y de distintos campos del sector
popular.
1-En
los últimos tiempos se observa un avance electoral en las organizaciones
sindicales de base por parte de agrupaciones denominadas de izquierda. ¿Los
meritos son propios o están también motorizados por el deterioro de las
conducciones ligadas al proyecto K?
-Hay indudablemente algo de las dos
cosas. En el plano sindical, la izquierda, o las izquierdas hablando con más
propiedad, vienen logrando un avance quizás lento pero sostenido, es decir, no
se ha producido un proceso avasallante, no es que vengan aplastando a las
conducciones burocráticas en cada elección en la que se presentan listas con
referentes de izquierda, pero cuando éstas logran triunfar, al
kirchnerismo y a la burocracia, vayan juntos o separados, les
resulta muy difícil recuperar las delegaciones o seccionales perdidas. Por otra
parte, una gran cantidad de trabajadores, incluso con menor experiencia
política, tienen la sospecha de que las divisiones en la CGT,
tiene que ver más con luchas por el poder que con disidencias acerca del modelo
sindical propiamente dicho. Ni hablar del rol que cumple la fracción de la CTA
conducida por Hugo Yasky que está haciendo un rol verdaderamente patético, que
una central obrera apoye a un gobierno que viene llevando adelante medidas que
permite que los empresarios “se la lleven en pala”, como afirmó la presidenta
Fernández en un discurso el año pasado, al tiempo que hay más de un 20% de
pobreza, de que casi un 40% de los trabajadores se halla en la informalidad, de
lo ocurrido con el ferrocarril Sarmiento, por sólo dar un par de casos de cómo
vivimos los trabajadores, también favorece el crecimiento de la izquierda en el
ámbito gremial. Hay un proceso de desconfianza y deslegitimación por parte de
los trabajadores en las conducciones burocráticas, más particularmente las
alineadas al gobierno nacional, pero tampoco hay que subestimar la capacidad que
gran parte de la dirigencia cegetista tiene para obtener, en muchos casos,
beneficios que terminan por evitar que se socave aún más la relación
entre ellos y las bases.
2-En
ese sentido, como en otras oportunidades, se logra tensar el arco, pero parece
que ésta vez solo les basta a la burocracia sindical y política con
algunos matones para impedir la voluntad de los trabajadores a través del voto.
¿Será posible garantizar la propia seguridad de las acciones políticas y como,
con que instrumentos?
-Hay un aspecto muy importante en la
cuestión de los matones al servicio de los sindicatos. Si bien no es para nada
un fenómeno nuevo, con el kirchnerismo el accionar de las patotas, generalmente
barras bravas que en muchos casos “ofrecen sus servicios” a uno e incluso más
sindicatos, ha crecido en relación a períodos anteriores. El kirchnerismo, en
su obsesión por no quedar pegado con la represión estatal como les ocurrió a
Menem, De la Rúa y Duhalde, se ha apoyado en una represión
paraestatal que busca contener la protesta y frenar las reivindicaciones
populares. El caso Mariano Ferreyra es
posiblemente la trágica síntesis de ello, sin embargo esta historia se remonta
al inicio mismo del kirchnerismo, como nos lo demuestra otro caso emblemático
como el de la intervención al INDEC, patota mediante,
hace ya más de seis años. Ello no significa que el gobierno no recurra a la
represión directa a través de sus fuerzas de seguridad, simplemente ha dado
medios y facilidades para que la burocracia sindical actúe con su propia fuerza
de choque, para que ellos hagan el “trabajo sucio”. Esto vuelve muy complejo el
tema de cómo enfrentar a la violencia, ya que al no ser trabajadores contra,
por ejemplo, gendarmería o cualquier otra fuerza represiva del Estado, sino
trabajadores contra –aparentemente- otro grupo de trabajadores, hace que gran
parte de la sociedad crea, como nos venden los medios masivos, que esos
enfrentamientos son internas por “el aparato” o el poder. No sé si todas
las organizaciones democráticas y de base estamos en condiciones de garantizar
nuestra propia seguridad, lo que sí creo es que resulta importante darle la
importancia que el caso amerita y organizarnos consecuentemente tomando el
ejemplo de aquellas organizaciones que sí lo vienen haciendo desde hace
bastante tiempo, como por ejemplo, muchas de las territoriales.
3-Sin
la menor intención de ser esquemático podríamos decir que dichas agrupaciones
se dividen entre las estrictamente político-partidarias y las que desarrollan
actividades sindicales. Sin omitir los lazos entre ambas, te parece que
la cosa pasa por ahí, por su articulación en lo electoral, por ejemplo, y que
destino le ves en general?
-El desafío quizás histórico del
sindicalismo es el de romper el carácter corporativista, es decir, no sólo
debemos estar para reclamar salarios y condiciones laborales. Los dirigentes
gremiales debemos tratar de articular la actividad sindical con un proyecto
político en el que esté contemplado a qué clase de régimen o gobierno
aspiramos, porque si no lo hacemos, los logros en el plano sindical, más tarde
que temprano se diluyen. Si, por ejemplo, hoy le arrancamos un aumento de
salario a la burguesía, y no planteamos el tema de la jubilación, que el
salario no sólo debe permitirnos llegar a fin de mes, sino vivir dignamente, lo
que hasta incluye un techo propio -¿cuántos qué trabajadores pueden comprarse
una casa?-, es decir, si no planteamos junto al aumento salarial, cuánto
deberíamos ganar y porque, es muy probable que el aumento obtenido hoy, mañana
quede licuado por la inflación o por cualquier otro medio con el que las clases
dominantes recuperan el terreno lo perdido. Hay que dar solución a los temas
urgentes –como ser precisamente un salario digno- pero teniendo un horizonte
mayor. En ese sentido, creo que la articulación no debe ser sólo electoral,
sino hay que empezar a trabajar seriamente para crear una verdadera alternativa
de construcción y conducción política popular, y para ello, las divisiones son
muchas veces un gran impedimento.
4-En ese esquema general podemos mencionar una tercera categoría mas
ligada al trabajo territorial como el FPDS el cual se dividió recientemente.
¿Cómo ves ese fenómeno tan típico de nuestra izquierda?
-En realidad si nos fijamos bien, el
fenómeno no se da sólo en la izquierda. También la derecha y los sectores más
centristas o reformistas se dividen y se unen, ni siquiera los organismos de
derechos humanos escapan a esta lógica. Ahora bien, creo que los sectores vinculados
a la izquierda no tenemos que naturalizar esta realidad ni resignarnos ante
ella, sino hacer un esfuerzo extremo por lograr la unidad ahí donde sea
posible, porque a diferencia de los sectores de derecha, si ellos perciben que
peligra su situación de privilegio, no dudan en unirse y cerrar filas para
derrotar a los sectores populares cuando pugnan por el poder político.
5-Hablando
de divisiones. ¿Te parece saludable la emergencia de agrupaciones políticas de
una izquierda independiente que lucha por abrirse camino contra las
estructuras dogmaticas de los partidos tradicionales de origen marxista?
- Ya lo creo,
es muy importante este intento porque gran cantidad de los partidos de
izquierda no logran dar respuesta ni tampoco contienen a muchos sectores del
campo popular. Nada nuevo digo al afirmar que la mayoría de estos partidos
tienen actitudes sectarias y mezquinas, entonces, cuando esos partidos se
tornan una barrera infranqueable, un verdadero obstáculo para construir poder
político, la salida no es tirar la toalla o sumarse al partido menos malo –que
en este caso sería el más progre-, sino tratar de generar nuevos agrupamientos,
nuevos espacios pero que tengan como objetivo, conquistar el poder, y para
ello, constituirse en un partido que en verdad responda a los intereses y las
necesidades de la clase obrera.
6-Por
otro lado, existen ejemplos de lo contrario como el caso del FIT. Sin
embargo, hay quienes afirman que se trato más bien de un obstáculo. ¿Cuál
es tu opinión al respecto?
El FIT en
lo discursivo, es la opción más seria e importante de construcción política de
izquierda que surgió en los últimos años, pero lamentablemente, después de las
elecciones no han hecho el esfuerzo por seguir construyendo poder de manera
unitaria. Tanto el PO, el PTS, e IS, los principales partidos que integran y
dirigen el FIT, ni siquiera han realizado un verdadero esfuerzo para sumar a
agrupaciones y referentes de otros partidos al Frente. Creo que si el FIT no
quiere ser un mero sello de goma que sólo se activa en épocas electorales, debe
rever esta situación, más aún, si no lo hace, corre riesgo de extinguirse antes
de lo que muchos de nosotros sospechamos
.7-Otras estrategias mas electorales son ensayadas desde la
izquierda como es el caso del MST en el parlamento nacional. Algunos ya no lo
reconocen como tal por las alianzas que viene desarrollando. ¿Cómo lo ves
dentro de una democracia representativa como ésta?
Creo que un sistema político como el
actual, el tema es ver para que se pretende alcanzar bancas en un consejo o
cámara de diputados. Si uno va a hacerlo con el objetivo poner esas bancas al
servicio de las luchas e intereses de los sectores populares, está bien. Pero
si sólo lo va a hacer para construir su propia fuerza política, o si retacea
apoyo a una lucha popular porque no es de mi partido, estamos ante un grave
problema porque además, alimenta los discursos según los cuales, de nada sirve
que haya dirigentes de izquierda en el congreso ni en ningún lugar. ¿Si nadie o
casi nadie cuestiona ocupar cargos sindicales, qué razón encuentra para
objetar que los sectores populares aspiren a ocupar bancas o cargos públicos?
¿No es acaso el sindicalismo producto del actual régimen político burgués?
El tema, a mi entender, a quién se va a buscar beneficiar con el
usufructo de esos cargos.
8-¿Cómo
te parece que podría ser un conjunto de propuestas desde la izquierda para los
trabajadores en el corto y mediano plazo que convenza y sea efectivo? ¿Será eso posible?
Claro que es posible, el punto es
mantener la coherencia y no cruzarse del otro lado del mostrador, algo que ha
ocurrido con muchos dirigentes gremiales, políticos, territoriales, etc., que
representaban y defendían a sectores populares y después emigraron hacia
el kirchnerismo. Es muy difícil construir poder político, porque el poder nunca
se construye en la nada, siempre que construís poder hay alguien que lo pierde,
y ese que lo pierde va a tratar evitarlo, va a resistir y luchar así como lo
hacemos nosotros. Incluso en la izquierda hay muchos partidos que en su
construcción, cuando no logran sumar o cooptar a un agrupamiento o un referente
del campo popular que empieza a detentar un poco de poder, te salen a combatir
como si fueras la derecha misma. Es más, a veces le pegan más a estos
agrupamientos que a la derecha misma con el objetivo de deslegitimarte ante las
bases, y lo hacen porque consideran que el “competidor” directo no es el
enemigo, sino el que tiene un discurso y práctica política similar.
Debe ante todo, comprender las demandas
no sólo de los trabajadores, sino de todos los sectores populares, es decir de
la clase obrera entendida ésta en su sentido más amplio. Cualquier conjunto de
propuestas efectivo, debe ser obra del trabajo y el consenso entre partidos,
agrupamientos y referentes que provengan de distintos ámbitos, del gremial,
territorial, estudiantil, de derechos humanos, ambientales, intelectuales, etc.
Creo que todos o gran parte de los partidos políticos que se presentan a elecciones
tienen buenas propuestas, incluso los de la derecha, miremos sino a Massa o De
Narváez hablando contra la inflación y a favor de los trabajadores. El problema
es lo que hacíamos alusión anteriormente, las divisiones y atomización que
muchas veces son producto de mezquindades y otras, de cierta miopía política.
Las recientes elecciones en SUTEBA al menos nos
demuestran eso, ya que en casi todos los lugares en los que la oposición logró
armar lista unidad, se triunfó, mientras la conducción celeste logró imponerse
donde, contrariamente, la oposición fue dividida. Hay que tomar nota, aprender,
y también hay que dejar los protagonismos y actitudes sectarias de lado.
Continuara...